En los últimos años, la aparición de varios espacios para la creación y exhibición artístico-cultural han cambiado la fisonomía de Temuco. Surgidos de iniciativas no institucionales, proponen nuevos circuitos dentro de la ciudad y han hecho surgir la idea de que vivimos una primavera cultural. ¿Pero en qué consiste esta primavera en la capital de la región del Gulumapu?
De los efectos de la pandemia sabemos algunas cosas. Por ejemplo, que varias ciudades del mundo (Buenos Aires, Santiago, Nueva York) vieron alteradas sus costumbres nocturnas debido al encierro y el distanciamiento social impuesto en aquel tiempo, y que en Temuco esas alteraciones se materializaron en la retirada de los colectivos después de las 10 p.m. (antes circulaban toda la noche) y en la desaparición de algunos bares emblemáticos –como La petit whiskería o el Club radical, que tras el cambio de administración se volvió irreconocible–. Pero otro efecto, esta vez de la pulsión de vida, se estuvo gestando: el boom de los espacios de creación y exhibición artístico-cultural.
A partir del 2021, Espacio Kom, Casa Varas y Casa Trashumantes llegaron para sumarse a los más antiguos Espacio Txawün y biblioteca comunitaria Guido Eytel, a los que podríamos añadir otras iniciativas pospandemia, como la de Ofqui, una editorial que decidió ampliar su rubro al de librería, o Miralibros, que pasó de ser una franquicia de la Qué Leo en Vicuña Mackenna a tener nombre propio y ocupar una gran superficie en la esquina de Lagos con Claro Solar. Un panorama que no estaría completo sin espacios institucionales que en la pospandemia también han (re)cobrado visibilidad de la mano de nuevas administraciones, como el Archivo Regional de La Araucanía o la biblioteca municipal Galo Sepúlveda, ni proyectos que, aunque no siguen funcionando, hicieron su aporte: el Akapulko, desde la especificidad y los códigos de un bar, Espacio Triángulo y Casa Nave.
El efecto de este movimiento ha sido tal, que en una sesión del concejo municipal de mayo de 2024 el exconcejal Carlos Sepúlveda lanzó una afirmación osada: Temuco está viviendo una primavera cultural. Algunos se rieron, incrédulos, pero para otros, esta aseveración puso en palabras un presentimiento, algo que flotaba sin mucha entidad en ciertas tardes y noches por las calles de la ciudad. Algo está pasando en Temuco.
Espacio Kom funciona en una esquina de la periferia céntrica de Temuco y cuenta con dos espacios habilitados en el primer piso para exposiciones, presentaciones y talleres. En el segundo piso, está la casa que cobija las oficinas y otros espacios más íntimos para reuniones y desarrollo de procesos creativos de diversa índole. En la imagen, una noche en la muestra Not Warria: derivas, cuerpo, ciudad, proceso de cierre de la segunda edición del proyecto Curatorial en contexto. Foto: Espacio Kom.
“Yo diría que hay un tipo de artista que es menor de 40 años, hombres y mujeres que tienen estudios universitarios y que son capaces de transformar sus ideas en proyectos y que estos proyectos son gestionados a partir de fondos públicos con experticia, y que ha derivado también en la generación de nuevos espacios culturales”, dice Rodrigo Hiriarte, sociólogo de profesión, coordinador del Programa de Bibliotecas Comunitarias de la municipalidad de Temuco y encargado en dos ocasiones consecutivas de diseñar el plan municipal de cultura para la comuna. “Este nuevo tipo de artista surge en la década del 2000 con la consolidación de la Facultad de Arte de la Católica, la Escuela de Teatro de la Universidad Mayor, que fue muy importante en su momento […]. Hoy día tenemos editoriales y tenemos también escritores que desarrollan el oficio de escritor, es decir, no solo escriben, sino también hacen crítica, hacen edición y tienen un discurso respecto de lo que hacen. Yo diría que hay un cambio importante dentro del campo cultural que fundamentalmente obedece a los artistas, a su mayor preparación y a su profesionalización […], lo que ha resultado en el hecho de que hoy día tengamos espacios culturales gestionados por ellos”, observa Hiriarte, quien como coordinador de dicho programa está a cargo de la biblioteca municipal Galo Sepúlveda, que con cien años de antigüedad ha intentado perfilarse como un centro cultural colaborativo en la administración del alcalde Roberto Neira, recientemente reelegido para un segundo periodo.
María Paz Salvadores, una de las tres arquitectas que lideran Casa Varas, que abrió sus puertas el 2021, opina algo parecido: “Con la pandemia emergieron al mismo tiempo muchos espacios culturales, más o menos en la misma época […]. Nosotros también somos una generación de personas que muchas han estudiado gestión cultural, entonces también hay un acercamiento a las autoridades diferente quizás al que hubo en otro momento”. Para Salvadores, estos nuevos espacios tienen características en común: “Nos movemos por comunidades informales de alguna manera, pero sí estamos unidos y trabajando en conjunto en pro de un fin o de levantar un espacio. Y este espíritu comunitario tiene que ver con relaciones humanas y con sueños similares. De alguna manera estos grupos humanos son grupos creativos y es distinto a una figura donde es un equipo contratado, donde la gente no se conoce. Aquí [es] al revés, somos personas que tenemos la misma sed, que nos hemos unido y que a pulso hemos levantado proyectos. Entonces hay una riqueza humana muy especial y eso también hay que cuidarlo y es parte de nuestro sello. Yo creo que en todos los espacios pasa parecido”.
Andrea Richards, directora de Casa Trashumantes, espacio con foco en las artes escénicas, piensa que estos proyectos han cambiado la ciudad: “Antes de estos espacios independientes que se han abierto, Temuco era una ciudad súper hostil para el artista. La otra vez cuando inauguramos la carpa dije […]: «estamos viviendo una época de oro», y búrlense de mí, pero sí, porque analicemos antes de pandemia cómo estaba Temuco”. La carpa a la que se refiere es una carpa teatro que Trashumantes construyó en el patio de la casa que ocupa la organización, en una apuesta por brindar un espacio con los requerimientos técnicos que ameritan las artes escénicas y con capacidad para 120 personas. Trashumantes es una organización que comenzó como una propuesta itinerante, de formación y exhibición por el sur del país en 2013, y que debido a la pandemia, pero también a las fluctuaciones en las líneas de concurso que financian las artes y la cultura en nuestro país, terminó por establecerse en Temuco, ciudad de origen de Richards y Gisela Buscaglione, ambas fundadoras del proyecto.
“Yo [soy] nacida y criada acá en Temuco, estudié acá […] y te puedo decir que sí, en los [19]90 hubo una ola importante, sobre todo en la poesía, y después eso se extinguió, se apagó. Hubo esta suerte de ciudad universitaria que nunca se asumió como ciudad universitaria porque siempre fuimos una ciudad un poco de paso, ¿no? El turista pasaba para ir a la zona lacustre porque no estaba el bypass. Pero después del bypass esta ciudad [quedó] completamente muerta […]. Los universitarios que vivían acá eran muchos menos de los que se iban. Nosotros tratábamos de hacer una función y con suerte llegaban cinco personas. Ahora nosotros hacemos una función y se nos queda afuera gente”, dice Richards.
Estos cambios desplegados lenta e imperceptiblemente son algo en lo que también coincide Isaac Brand, artista visual y cineasta, que junto a Caro Vera y fundación La Lluviosa, dirige y administra Espacio Kom, que abrió sus puertas en el otoño de 2023: “Dentro de mi experiencia en Temuco, de los ya 34 años que he vivido acá […] creo que nunca antes había habido tantos espacios culturales y de tanta diversidad de ofertas como ahora. Y no solo espacios albergados bajo lógicas gubernamentales, sino muchos espacios independientes o semindependientes que responden a todo lo interesante que tiene [la ciudad]. La misma gente ha revalorado el vivir acá y comprendido todo lo que hay por construir […]. Es un cambio que ha habido y que coincide con el estallido social, la pandemia, etcétera. Ha habido quiebres en la narrativa de la historia, de la cultura, que les ha otorgado un nuevo posicionamiento a los creadores y a los que toman la iniciativa acá y han fortalecido también ese interés y esa fuerza que uno tiene, la ha hecho como tener un eco, porque claro, llevábamos muchos años aquí gritando y sin eco".
Espacio Txawün inició como una propuesta itinerante que recorría barrios y sectores de la comuna de Temuco hasta que hace un tiempo se establecieron en el sector de Niágara, Padre Las Casas. En sus espacios, entre los que destaca una carpa domo habilitada para las artes escénicas, se presentan obras que fusionan disciplinas como el teatro, el circo, la danza, la música y las artes vivas en general. En la imagen, el domo y el entorno de Espacio Txawün. Foto: Hardy Cotal.
Sin visitarlos físicamente, se puede tener una idea de estos espacios a través de sus perfiles en Instagram. A pesar de que varios de ellos no cuentan con más de tres años de antigüedad, sus “muros” dan cuenta de la vitalidad con que los equipos detrás de ellos llevan adelante su trabajo, sus convocatorias y sus redes de colaboración, que trascienden a la región para abarcar territorio nacional e internacional. En la primavera del 2023, se presentó en Espacio Kom Nicolás Jaar y por la misma época el festival internacional de artes escénicas Kürüche recibió a artistas de diversos puntos de América Latina; un poco después, en enero de este año, el italiano Bob Meanza, presentó su música electrónica y experimental en Casa Varas.
Pero estos espacios no funcionan solo como soporte de exhibición, también se plantean como espacios de creación. Casa Varas “surge de la necesidad de crear una residencia para artistas en Temuco, […] es un laboratorio de arte contemporáneo. Se plantea así desde sus inicios porque la idea es propiciar el cruce de disciplinas artísticas variadas y diversas. [...] Eventualmente hay exposiciones y hacemos muestras colectivas, conciertos, pero el fin de la casa tiene que ver más con los procesos artísticos que con ser un espacio de galería”, dice Salvadores. Este año, por ejemplo, el artista visual Pablo Lincura ocupa una de las piezas de la casa como taller y el año pasado fue uno de los cuatro espacios que albergó la residencia del festival de artes vivas Escenas situadas.
Un rol similar se plantea Espacio Kom: “Nos pasaba que no teníamos donde reunirnos […], no había ese espacio disponible con el que cuenta la mayoría de los profesionales de otras áreas, pero que en el arte siempre tiende a no tenerse contemplado: que hay una dimensión de proceso que requiere espacio para desplegarse […] y entendimos que también había muchos más en la misma situación, de ahí surge la motivación y lo que nos va reafirmando que esto es necesario”, dice Isaac Brand, para quien “si no hay lugares para que esa gente comience a construir su carrera, lo más probable es que se vayan a ir, que es lo que sucede mucho acá en Temuco o había venido sucediendo hasta el último tiempo, que […] se iban porque no encontraban oportunidades, espacio, movida, articulación”.
Quien quiera conocer sensiblemente Temuco y la región agradecerá detenerse y visitar estos espacios, ya que en ellos circula la nutrida escena local. Patricia Pichun, Pablo Lincura, Eli Wewentxu, Jorge Volpi, Marcela Huitraiqueo, Kati Antivilo, Daniel Lagos, Ange Cayuman, Nicole Aliste, Gonzalo Castro Colimil, Bárbara Gajardo, Marcelo Alcázar o los escritores Felipe Caro, Pablo Ayenao, Dafne Meezs y Patricio Alvarado, entre muchos otros, han sido algunos de los que han exhibido, participado y/o gestado algunas de sus convocatorias. Y como anfitriones, la biblioteca comunitaria Guido Eytel, por ejemplo, ha traído a la ciudad a figuras como Rosabetty Muñoz, Bernardo Colipan, a la premio nacional Elvira Hernández y a Roxana Miranda Rupailaf en el marco de su Festival de poesía que ya cuenta con dos ediciones.
Casa Varas es un proyecto con una línea curatorial centrada en el arte contemporáneo que abrió sus puertas el 2021 guiado por tres arquitectas de Temuco. Han realizado todo el arduo proceso de restauración del espacio, una casona de inicios del siglo xx, a través de “mingas” y colaboraciones voluntarias. En la imagen, la inauguración de la instalación Fitopía, una experiencia estético-inmersiva creada por el dúo Detrás del Futuro. Foto: Magdalena Aguirre.
Pero si hay una primavera cultural en Temuco la mayoría de quienes trabajan e intentan desarrollar sus proyectos en ámbitos del arte y la cultura encuentran en la falta de financiamiento y seguridad económica una dificultad transversal.
Jaime Silva es el director de Espacio Txawün, un espacio que se dedica a “fomentar la creación artística, residencias e investigación en arte y cultura”, además de organizar “espectáculos que fusionan y enriquecen disciplinas como el teatro, el circo, la danza, la música y las artes vivas”. A pesar de que cuentan con un PAOCC, este no alcanza a cubrir más que el 70% de sus necesidades en recursos y deben recurrir a otros proyectos y fondos privados para cubrirlas. “El principal problema siempre es cómo generar una estabilidad en el equipo de trabajo. Al trabajar con proyectos siempre hay una incertidumbre de qué va a pasar el próximo año”, señala.
“Para nosotros la mayor fricción de llevar el espacio sigue siendo la precarización del ámbito laboral artístico […] porque el espacio se administra, se sostiene, se programa y todo bajo el trabajo de profesionales ad honorem”, dice Isaac Brand. Espacio Kom cuenta con un financiamiento municipal que les permite costear el arriendo de la casa que ocupan en la esquina de San Martín con Aldunate, pero todo lo demás corre por cuenta del equipo. “Es un espacio con una gran demanda, pero tiene que solventar casi toda su actividad de manera no remunerada. Esa ha sido la mayor dificultad que obviamente ha sido una piedra de tope para ambicionar otras escalas de proyectos”, señala.
Lo mismo ocurre en Casa Varas: “un tema clave es lograr tener la solvencia para trabajar en el proyecto de lleno, tener un cuerpo permanente de base [para] que la casa esté activa permanentemente, que los talleres tengan sus programaciones anuales, que tengamos la posibilidad de recibir al mismo tiempo residentes que vengan a nutrir estos talleres, que se produzca el intercambio entre artistas y que la casa en tanto edificio patrimonial esté vivo, esté visitable más a menudo, que contemos con horas de apertura al público”, dice María Paz Salvadores. Casa Varas es un proyecto 100 % autofinanciado: “Por la misma razón, todos trabajamos en otras actividades para poder solventar la casa, y eso también hace que sea difícil una dedicación exclusiva, por lo que a veces nos demoramos un poco en responder o no podemos tener abiertas las exposiciones tanto como quisiéramos, porque no hay disponibilidad de gente para quedarse, abrir y anfitrionar las exposiciones”, apunta.
Desde su vereda, Rodrigo Hiriarte, observa otras debilidades de esta primavera: “A mi juicio, hoy día tenemos más obras que audiencia y que instancias de difusión. [...] Todavía en Temuco la audiencia es acotada, es decir, el desarrollo de los propios artistas, en cuanto a formación y producción de obra todavía no se condice con el crecimiento de la audiencia. Y esa audiencia no se ha transformado en un público que pueda pagar una cantidad de dinero que permita que determinada actividad, por ejemplo, la presentación de una obra de teatro, de un concierto de música, sea rentable o sea significativo para los artistas”. Para eso, Hiriarte sostiene que una medida podría ser “profesionalizar la convocatoria”, y también “disminuir, diría yo, la carga conceptual. El artista tiene que […] convocar a un otro que tiene un acervo cultural distinto, de lo contrario vamos a estar siempre entre los mismos. Hoy día tú tienes que convocar a quienes no tienen experiencias artísticas o las experiencias artísticas que tienen son muy pausadas en el tiempo”.
Transformar las audiencias en público es un desafío que también observa Andrea Richards para Casa Trashumantes, que está “haciendo una apuesta de que la gente venga acá y pague por teatro. Estamos cobrando [en modalidad] paga lo que puedas. O sea, son tarifas que no existen hace cuatro o cinco años, porque no son solo las funciones, tú tienes que venir antes a montar, tienes que desmontar, no es sostenible. Y si el Estado no subsidia eso, no es sostenible”. A pesar de que Casa Trashumantes también cuenta con el programa PAOCC, y que Richards reconoce que dentro del contexto es casi un privilegio contar con ese apoyo base, este resulta insuficiente: “La proyección es mantenernos. Y eso implica mucho más financiamiento, más fondos. Implica también que la ciudadanía se comprometa y que en vez de pagarse cuatro cervezas, pucha, una la destine para venir al teatro, por decirte algo. Que la gente entienda que hay un trabajo importante detrás que necesita ser remunerado. La tarea fundamental es mantención y generar audiencias que vayan”.
El proyecto de Trashumantes fue iniciado por dos egresadas de la desaparecida carrera de Teatro de la Universidad Mayor de Temuco y hoy lo conforma un equipo de nueve personas. Instalados en una casa sobre avenida San Martín, recientemente construyeron una carpa en el patio que les permite recibir digna y apropiadamente obras de las artes escénicas y a un público de hasta 120 personas. En la imagen, una función de Bajo la misma luna de la compañía Circo Lacustre. Foto: Ventvnv.cl/Trashumantes.
Espacio Kom se planta “sobre las líneas de lo contemporáneo y el territorio […]. En ese sentido, si bien la línea de lo contemporáneo nos lleva a pensar que puede tratarse de prácticas súper conceptuales y más de vanguardia, desde la conceptualización que hacemos de lo contemporáneo nos remitimos a cosas que están sucediendo en el aquí y en el ahora. Eso lo vemos con el apoyo y la revitalización de la lengua y cultura mapuche, por ejemplo, que no tienen que ver [necesariamente] con lo contemporáneo, pero para nosotros sí tiene que ver porque es un proceso que está sucediendo aquí y ahora”, dice Isaac Brand en relación a Kimkantuayiñ mapuchezügun, un taller para practicar el mapuzugun, escucharlo y conocerlo, que funciona en Espacio Kom desde el año pasado con una amplia convocatoria y que es impulsado por el equipo de Cerro Loncoche, una escuela intercultural ubicada en el sector de Maquehue.
“Dentro de toda la diversidad de personas que quieran llegar y necesitar el espacio, identificamos dos troncos que articulaban la escena más productiva creativamente en la región, que tiene que ver con el mundo mapuche y el mundo de la diversidad y disidencias de sexo-género. [Ambos] son para nosotros los agentes troncales que sostienen en mayor parte la movida cultural, sin excluir a todos los demás agentes, pero troncalmente esas dos comunidades creativas son muy poderosas, muy fuertes”, apunta Brand.
La mención de Brand introduce la variable intrínseca de nuestra región: el hecho de que se erige sobre territorio mapuche como un proyecto colonial chileno. Esta variable aterriza en estos espacios desde sus nombres –tanto kom como txawün son palabras del mapuzugun que remiten a ‘todos’ y al ‘encuentro’– hasta sus localizaciones y programación, puesto que los mapuche, cómo no podía ser de otra manera, también desarrollan aquí su arte tradicional y contemporáneo.
Para Richards, esta dicotomía entre una región “altamente fascista, latifundista, versus la cultura mapuche [...] hace que el camino para la proliferación cultural en términos sustentables, por ejemplo, se haga más complejo. Siento que es más duro que en otros lugares, pero a su vez siento que en esa dicotomía existe una riqueza porque hay una diversidad de miradas”. Las características físicas de nuestro territorio también aportan lo suyo: “la naturaleza creo que también es algo que atraviesa las creaciones. Nosotros tenemos un acceso [privilegiado] a la naturaleza [...]. Y yo creo que eso también genera una cierta, ¿cómo decirlo?, una cierta mística de trabajo también, una cierta amabilidad entre los pares. Me tocó lidiar con el sindicato [Sidarte] de Santiago por ejemplo, y hay una distancia enorme en el trato, en las visiones de mundo. Yo siento que nosotros tenemos más riqueza en ese sentido, riqueza espiritual”, señala Richards.
Para Rodrigo Hiriarte, la región del Gulumapu “tiene todo ese cemento que le deja el patrimonio cultural mapuche. Si bien sí: esta es la región más pobre de Chile, al mismo tiempo es una región muy especial por ser el territorio histórico del pueblo mapuche. Porque la cultura de este pueblo nace acá también. [...] Entonces tiene esa dicotomía. Por una parte, es muy rica en lo cultural y en lo ambiental, y por otro lado, tiene problemas de carácter económico y social”.
Algunos proyectos apuestan por ocupar las zonas rurales de la comuna de Temuco y llevar hacia allá a un público urbano y hacer de los habitantes de la ruralidad un público, como Espacio Txawün, que está “inserto en una zona rural en medio de dos hectáreas de bosque nativo [...]. Tenemos un público potencial que incluye a personas de todas las edades que viven en las áreas rurales cercanas a Danquilco y que tienen las primeras apreciaciones hacia las artes. Trabajamos para transformar a estos públicos en comunidades participativas, manteniendo un diálogo continuo y cercano a través de nuestra programación. Para hacer más fácil la participación, ofrecemos transporte gratuito desde Temuco y Padre Las Casas”, explica Jaime Silva, su director.
Otros, como Casa Varas, apelan a otras zonas temporales: “[La casa que ocupamos] Nos habla de la fundación de la ciudad, donde había mucha migración, mucha interculturalidad [...]. En el fondo representa una época y la casa para su época era extremadamente tecnológica, moderna, es un ejemplo de la tecnología de la revolución industrial a nivel de la construcción de viviendas. Y esa misma energía de modernidad nos gusta que se plasme también en la programación actual de Casa Varas”, dice Salvadores.
Aunque se necesitan más opiniones para emitir juicios certeros, por ahora es posible decir que la escena y los proyectos desplegados en estos espacios muestran una convivencia posible. Los artistas y gestores en su diversidad comparten, se retroalimentan, se apoyan y pueden expresar y plantear las tensiones y desigualdades propias de nuestra región en sus obras y proyectos. Algo que, quizás, no ocurre con tanta frecuencia ni facilidad en otros ámbitos.
La palabra Kom en mapuzugun significa ‘todo(s), entero, completo’ y fue elegida como nombre para este espacio por la orientación abierta y comunitaria que su equipo desea plasmar en el proyecto. En la imagen, el escritor y docente Patricio Alvarado Barría realiza una mediación artística para los estudiantes de la carrera de Artes de la Universidad Católica de Temuco en el marco de la exposición Cuerpos de nácar de Pablo Lincura. Foto: Espacio Kom.
Temuco no cuenta todavía con suficiente infraestructura para recibir a los artistas –músicos y escénicos– ni tampoco con espacios de difusión que puedan hacer eco suficiente de todo lo que ocurre. “De que hay un florecer y estamos viviendo una buena época cultural en Temuco particularmente, yo creo que sí. ¿Por qué? Porque se están abriendo espacios, hay un circuito artístico importante que antes no existía”, dice Richards, pero, con todo, sigue faltando un espacio que pueda “acoger a la comunidad en plenitud y de manera constante y con recursos humanos a la altura de un flujo de audiencias importantes”.
Es esta necesidad la que podría venir a cubrir un centro cultural municipal para la ciudad, que según Jaime Silva “es un anhelo de larga data en el sector. Su rol debería ser el de eje articulador entre espacios artísticos, agentes culturales, artistas e instituciones públicas relacionadas con las artes y las culturas. No creo que el centro cultural deba reemplazar el trabajo de los espacios independientes; más bien, debería ser un complemento. Si se planifica adecuadamente, con una buena administración, gestión sostenible y una infraestructura física, técnica y humana adecuada, podría convertirse en el principal centro cultural del país y un referente internacional en el intercambio de artes vivas y bienes culturales”.
Generar un plan para la creación de este centro cultural forma parte del último plan municipal de cultura para Temuco y durante el 2023 se desarrollaron al menos dos consultas ciudadanas al respecto. Los resultados se presentaron públicamente en abril del 2024, pero al cierre de esta nota todavía no era posible conseguir información al respecto.
Y aunque los consultados coinciden en que la concreción de este proyecto es necesaria para la ciudad, Richards advierte: “Las instituciones las hacemos las personas. ¿Entonces qué pasa? Que para la administración de los centros culturales generalmente lo que se hace […] es que la administración de turno pone este cargo a disposición como monedita de cambio política, no ponen una persona que sea realmente competente, o excepcionalmente la ponen. Y ahí se ve la diferencia: es porque no están las personas pertinentes para poder administrar espacios que son para toda la ciudadanía”.
María Paz Salvadores, coincide y releva la ubicación que tentativamente tendría el centro cultural municipal en el ex Liceo Técnico de Niñas: “Es una excelente iniciativa, es un excelente lugar, se reactivaría muy bien el centro, pero la gran pregunta es quién lo va a dirigir y cuál va a ser la curatoría de ese espacio. Porque pasa que hay muchas necesidades comunitarias de agrupaciones distintas, pero el centro cultural, ¿qué cultura va a promover? […] Yo creo que es importante que ese lugar, sea cual sea el sello, tenga un sello y tenga una gobernanza sólida detrás para que pueda trascender a los gobiernos municipales de turno”.
En las elecciones municipales de octubre, Roberto Neira fue reelecto como alcalde para un segundo periodo, por lo que es de esperar que, entre los planes para cultura en la ciudad, se procure continuar lo iniciado en su primer periodo de gestión.
Los amplios y diversos espacios con que cuenta Casa Varas les han permitido organizar y recibir desde conciertos, entre los que el jazz y la música experimental tienen preponderancia, hasta exposiciones colectivas. En el segundo piso funcionan las oficinas y las habitaciones para residencias. En la imagen, Ecologías del fuego, inauguración de la muestra con los resultados de la residencia del mismo nombre organizada por la Fundación Mar Adentro. Foto: Magdalena Aguirre.
Desde la concreción de un centro cultural municipal a las relaciones entre los distintos grupos étnicos que conviven en la ciudad que se reflejan en estos espacios, pasando por el vínculo con las “audiencias” feliz o incipiente hasta la pregunta por para quiénes levantar un proyecto cultural y cómo sostenerlo, nuestra primavera cultural es, como toda primavera, un estado de transición que nos permite pensar, también, en el tipo de ciudad que queremos construir. “Aquí nunca han dejado de pasar cosas, siempre ha pasado mucho. Lo que pasa es que Temuco, bajo estas lógicas de precariedad y estigmatización, ha debido mantener sus prácticas y sus expresiones muy en el underground, en un circuito muy cerrado, muy esquivo también al que viene y es de fuera y no conoce […], solo los que ya la habitaban con tiempo accedían a esa información y esos espacios. Pero ahora se ha fortalecido la escena y ha permitido que estos espacios se establezcan, y esperemos que como primavera se mantenga un buen tiempo más”, dice Isaac Brand.
En esta parte del hemisferio sur, la primavera coincide con septiembre y octubre, meses de gran resonancia política. Es que la primavera reverdece y florece no siempre de forma armónica ni feliz, y en una región como la del Gulumapu, además, es muchas veces helada, gris y lluviosa. Pero quizás algo de fricción sea necesaria para que sigan puliéndose los proyectos, surgiendo otros nuevos, y nadie se sienta lo suficientemente cómodo ni tranquilo en su posición. Porque eso es una primavera: una metamorfosis que manifiesta su potencia más en lo que promete que en lo que culmina.
Tras la reelección del alcalde Roberto Neira, la comunidad espera que se continúe el proceso de creación de un centro cultural municipal para Temuco iniciado en su primer mandato. Un deseo ciudadano de larga data que complementaría al ecosistema de espacios culturales independientes cubriendo necesidades y llegando a audiencias que siguen desatendidas. En la imagen, el ex Liceo Técnico Femenino, que albergaría al futuro centro cultural, ubicado en la esquina de Claro Solar y Aldunate. Foto: Municipalidad de Temuco.
Danay Mariman Catrileo es editora por la Universidad de Buenos Aires e investigadora autónoma.