reseña

Cartografías de sitios de la memoria en La Araucanía Gulumapu

por Felipe Caro

«Quién nos devolverá los amigos muertos ese mes de los zorros y los días de sol frío después que los ancianos olvidaron sus juegos en el pozo y hundieron sus cuchillos en la garganta de los pájaros descubridores de la ventana por donde no entra la noche». Jorge Teillier, “El mes de los Zorros”

La atención y la memoria son funciones ejecutivas clave en los procesos de aprendizaje. Poder aprender es un esfuerzo voluntario. Habitamos un mundo de hiperconsumo de imágenes instantáneas y desechables. La atención no dura más de quince segundos y su recompensa es un flash de dopamina y, ¿qué recordamos de ello? ¿Qué habita en nuestra memoria? Las narrativas que construyen los relatos mayores las establecen los discursos oficiales, verdad sabida. En contraposición surgen discursos alternos.

«Cartografía de sitios de memoria en La Araucanía» fue, precisamente, un espacio para instalar otros discursos sobre nuestro pasado político. Su objetivo fue visibilizar y documentar sitios de memoria en la región para aportar a la preservación de la memoria histórica y promoción de los derechos humanos al cumplirse 51 años del golpe de Estado en Chile.

Profesionales de la fotografía, como Carlos Valverde, Mauricio Ascencio, Cecilia Hormazábal, Julio Jara y Paty Pichun encabezaron espacios creativos para la reflexión por medio de talleres abiertos a la comunidad en las ciudades de Angol, Lautaro, Melipeuco, Pitrufquén, Villarrica y Temuco durante los meses de junio y agosto del 2024. El proyecto, financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, fue liderado por la artista visual y magíster en investigación y creación en fotografía Lissette Ruiz Aravena, integrante del Colectivo Fronterizas y la Agrupación Cultural Rec.

El miércoles 31 de julio (2024) se inauguró la primera exposición del proyecto en la comuna de Lautaro. El taller estuvo a cargo de Carlos Valverde, periodista, fotógrafo, escritor y presidente del Colegio de Periodistas de Chile, consejo regional Araucanía. Fue un día de lluvia y viento intenso que llevaron a suspender clases en la región. La exposición se realizó en la biblioteca municipal de Lautaro. Lo fortuito de la historia son los giros de la trama: antes se emplazó ahí el regimiento La Concepción, que funcionó como centro de reclusión, interrogación y tortura en aquellos días de lluvia eterna.

Al ingresar a la sala, se leía el texto curatorial escrito por Valverde, que cita la descripción del proyecto: «Valorar la imagen fotográfica como herramienta de construcción colectiva de la memoria histórica, a través de la creación de narrativas personales y subjetivas mediante fotografía y cartografía». De siete participantes, seis eran mujeres. Esta cifra recuerda el rol que asumieron en los primeros actos de memoria en dictadura. Un hecho no fortuito, creo. Para las imágenes, utilizaron instrumentos y procedimientos variados, como celulares, cámaras y fotomontajes. Destacan principalmente lugares como la maestranza, el memorial, el cementerio (tumba de Julio Hadad, militante comunista) y el río como lugar de desaparición. El trabajo que impulsó este registro deriva de una investigación y reflexión generada en el taller realizado el mes de julio por el mismo Valverde.

De entre todas las obras, destaco los fotomontajes realizados por Valeria Jara, titulados «Ausencias». La fotografía del Lautaro actual, en la esquina de Calzados Robin, es interrumpida por una imagen en escala de grises y fondo blanco de un furgón policial y la detención de una persona por carabineros. Irrumpe en la ciudad como un flashback histórico de la detención de Benedictino Poo Álvarez, agricultor de 41 años, militante comunista y detenido desaparecido. También está la posible tortura y/o ejecución de una persona en un edificio abandonado (el expolvorín del ejército), utilizando la misma técnica.

La memoria registrada en estas fotografías se ha intentado acallar. Incluso esta exposición sufrió presiones por parte de políticos de la comuna y distintos funcionarios. Llamadas a la directora de la biblioteca pidiendo explicaciones y presionando para bajar la muestra por el tono y el tema que desarrolla. Para algunos, la memoria es un álbum de fotos familiares en fiestas donde no se develan las heridas.

El trabajo realizado por Lissette Ruiz al levantar este proyecto es un compromiso que debemos agradecer, valorar y compartir. Nos enseña a prestar atención más allá de la superficialidad geográfica. La postal de nuestra identidad se contrasta en estas fotografías. Hay un rescate de la memoria de víctimas de crímenes atroces en dictadura que, en gran número, siguen impunes. El compromiso y la experiencia otorgados por Carlos Valverde a los participantes impulsó esta primera exposición del proyecto, que buscó dialogar con un lenguaje propio y personal como el de Valeria Jara y que hizo que se despertara el interés por las fotografías que surgirían de los otros talleres del proyecto. A estas exposiciones se las debe más bien habitar, porque aún debemos aprender como sociedad sobre el horror y el dolor para que sea cierto lo del «Nunca más».

Una memoria del proyecto se puede encontrar en su Instagram y en la aplicación Padlet (aquí) se pueden rastrear los sitios de memoria que fueron cartografiados colectivamente a lo largo de su desarrollo.


Felipe Caro Pérez es profesor de Castellano y Comunicación por la Universidad de La Frontera, Temuco. Ha publicado Hija (Poleo Ediciones, 2010), Nadir (Editorial Bogavantes, 2017), Pieza País (Libros del perro escondido, 2021) y Nada o el Vacío Observable del Espacio (Ediciones Universidad Católica de Temuco, 2023). Ha participado de la gestación de los sellos independientes Poleo Ediciones y Venérea Violenta, que han sido parte importante del circuito editorial del sur del país.